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Un rincón llamado Vallecas


Hace ya algunos años recuerdo una canción, más bien una breve cita de la misma, precisamente de uno de los grupos más conocidos en Vallecas, SKA-P. Ésta decía algo así: “Enriqueces al que tienes, al que no tiene detienes…” El resto poco importa, habla de política, tema lejano a lo que nos acontece, pero esa línea sí me parece adecuada, al menos muy cercana al mundo del balón, a este mundo del balón, al actual. Fútbol moderno, dicen.

El Rayo es de esos clubes, uno de tantos en la actualidad que vive una situación límite, tal vez complicada. Quizás un descenso pueda acabar con casi 90 años de historia, los que se cumplían en 2014. Desde 1924 la franja vallecana se pasea por España, hubo un tiempo que la descubrió Europa, y siempre, siempre arropada por una familia que no la abandona, que nunca la abandonará. La afición, ella es el club, ella es el Rayo Vallecano.

Viajes a Compostela, Oviedo, Logroño, Salamanca, Castellón, Benidorm, Éibar, Extremadura, Mérida, Lleida, Jaén, Ferrol, Burgos, Toledo, Huesca, Tarragona o Pontevedra… y muchos que me dejo, mis disculpas. Equipos históricos, con muchas aventuras que contar y que hoy día se encuentran, en muchos casos, en las cloacas de nuestro fútbol. En las profundidades de un mar que poco a poco se traga toda una vida de pasión, sufrimiento e historia.

Pero hay algo que nunca se podrán llevar. El amor por unos colores, el amor por el escudo de tu club, de tu ciudad o de tu gente. En este caso el amor de un barrio que alberga orgulloso una franja roja cruzando el pecho. Eso es el Rayo. Su gente es el Rayo.

Porque aunque muchos piensen, pensemos, que nos quieren arrebatar el fútbol, el de toda la vida, en realidad nunca lo conseguirán. Nos cambiarán de categoría, no podremos fichar ni gastar cantidades millonarias, ni siquiera gastar cantidades. Pagaremos poco e incluso nos privaran de libertades de expresión en forma de pancartas. Nos pondrán a jugar tarde, en días en los que nunca debería de haber fútbol. Horarios infames. Radios lejos de los terrenos de juego y televisiones que creen ser el terreno de juego. Pero repito, nunca nos arrebatarán lo que más queremos, nuestro club y nuestros colores. Eso está dentro de cada uno y ahí, nadie puede llegar.

Un estadio humilde acorde con el club, no hacen falta dos fondos simplemente porque el que hay, alienta como dos, como dos de los altos. Como dos de los que tienen la plata. Pero nadie podrá comprar lo que Vallecas posee, allí, en la Avenida de la Albufera. Tardes de pasión, mañanas de locuras y abuelos, nietos y padres de la mano para ver a su plantel. Una plantilla que difícilmente se repite de un curso a otro, casi siempre aprueba, pero los alumnos avanzan de clase y aunque siempre tendrán un hueco en su corazón para Vallecas, este barrio es lo es, tiene para lo que tiene. Pero siempre estarán, Vallecas es un rincón grande, de los que no olvida.

En realidad no queremos figuras, las hemos tenido y las tendremos. O al menos ellas son nuestras figuras: Cota, Onésimo, Alcázar, Felines, Llorens, Cembranos, Wilfred, Gilherme, Keller, Josete, Bolo, Ezequiel Castillo, García Cortés, Míchel, Ferez, Sánchez Candil, Helder, Visjnic, Perdomo, Landaburu, Soto, Bólic, Uceda, Morón, Calderón, Poschner, De Quintana… o los que siguen en activo y son parte de la historia reciente de Vallecas: Coke, Movilla, Michu, Diego Costa, Piti, Leo Baptistao, Casado, Arribas, Trejo, Susaeta, Juli, Armenteros, Javi Fuego, Aganzo, Tamudo, Diamé, Chori Domínguez, Pachón, Rubén Castro, Yuma, Dani Giménez, Albiol, Collantes, Mainz, Larrivey, Rochina o Saúl, Kakuta y Falque.

Primera, Segunda o Segunda B, pasarán los años y nuestros ídolos irán y vendrán, pero siempre llevarán a Vallecas muy cerca. Siempre cariño a la franja que les acogió y que en más de un caso rescató. Porque el Rayo es ese club humilde que sólo pide sudor, amor y al menos, la mitad de la pasión y el sufrimiento que su gente siempre aporta.

El Rayo no viaja sólo, porque tras ellos siempre hay un autobús, dos y en ocasiones más de una decena que recorren los kilómetros que distan la Albufera de los campos históricos de nuestro fútbol. De este fútbol que aunque quieran nunca destruirán, nunca nos quitarán ese humilde rincón: el de abuelos, padres e hijos. Nuestro rincón.

 “Era un día cualquiera, su padre lo llevó a verte a la Albufera, allí os presentó, corrían los 80 cuando esto sucedió. Él vio vibrar Vallecas y en su interior pensó: El día que yo muera, quiero ver mi cajón pintado en franjirrojo como mi corazón”

Con este cántico entre otros, la afición rayista explica lo que es ser del Rayo, tradición de padres a hijos, fútbol humilde, de los de toda la vida, de sufrimiento en cada acción. Vibrar. Soñar. Creer. Pensar en lo que viene y no en lo que se fue. Porque ser del Rayo no es fácil, pero si vienes te quedas. Eso es Vallecas. Eso es el Rayo Vallecano. Un sentimiento. Una pasión. Nuestro rincón.


Sergio M.Potenciano

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